sábado, 6 de septiembre de 2008

Fairy Tale



Me cogió de la mano. La encontré extrañamente tibia. Realmente no estaba acostumbrada a ese tipo de sensación. Creo que influenciaba el hecho de vivir en un desierto. Toda la vida entre el hielo y el fuego, sin ningún punto intermedio. Pero de todas formas... me encantaba. Su aroma, su textura, su ironía, su tacto tan desconocido... me fascinaba.

No había tiempo para pensar en eso.

Había que correr. Apreté su mano, aprovechando cada instante que podía tocarle, dándome fuerzas aunque él no lo supiera. El bosque era agotador. Corrimos entre raíces, arbustos y pisamos millones de ramitas secas hasta que llegamos a un lugar seguro.

- ¿Nos siguen? - susurré mientras me apoyaba con mi otra mano en mis rodillas.

No contestó. Cerró los ojos, concentrándose. Aproveché el momento para mirar a mi alrededor. Todo verde, incluso el ambiente y el aire tenía un tono verdoso. Era un sitio precioso, como el del típico cuento de las hadas del bosque. Había flores silvestres alrededor de los árboles, dándole color al lugar. Crecían árboles a ambos extremos del sendero cubierto de hierba, rodeados de arbustos de diversos colores. Para mí eso era un espectáculo. En mi aldea todo era del mismo color, la misma textura, estación tras estación. Aquí veías tantos matices, tanta vida que daban ganas de quedarse a vivir allí y no volver al mundo real. Vi las lucecitas de las pequeñitas xenhais o hadas de luz esconderse detrás de los árboles, probablemente temerosas de mí o de él. Sólo se mostraban amigables con los humanos o las hadas del bosque.

Me quedé ensimismada mirando los pequeños puntos de luz que soltaban las xenhais al moverse. De repente y sin previo aviso, tiró de mí hacia el suelo. No lo comprendí hasta un instante después. Aparecieron cientos de flechas desde detrás de los frondosos arboles. Las xenhais se desplazaron rápidamente hasta el interior de sus árboles, con el miedo impregnado en sus rostros y movimientos. Deseé ser tan pequeña y ocultarme tras una hierba.

"Serán idiotas" pensé mientras me encogía sobre mí misma, aguantando la respiración. Notaba a mi lado alguien jadear. Me dí la vuelta, asustada. Estaba sufriendo. Podía entenderle... traicionar a tu especie en el mundo mágico era cruel y te despedazaba por dentro. Aguanté las ganas de acariciarle y abrazarle, recordando que no éramos nada... Sólo un traidor y una estúpida ingenua.


2 comentarios:

YuMi dijo...

Que bonito!
A mi también me gusta tu blog, te agrego en cuanto vuelva de tomar un cafeliko

Bikos

yuna dijo...

Que cosas más monas escribes. Besetes!