Cuando tu mundo está patas arriba

Justo cuando piensas que lo tienes todo resuelto, justo cuando por fin comienzas a planear algo en serio, te entusiasmas con la idea y crees saber hacia dónde vas, los caminos cambian, las señales cambian, el viento sopla del otro lado, de repente el norte es el sur y el este el oeste, y estás perdida. Es muy fácil perder el rumbo, perder la dirección.

Jamás, en mi vida, había comprendido tanto el significado de ese párrafo (de Donde termina el Arcoiris de Cecelia Ahern) como ahora. Perdonadme mi ausencia de todo contacto virtual pero estoy realmente sumida en un profundo caos al que no encuentro luz alguna. El mundo tal y como lo concebía me lo han desmoronado ante mis ojos y apenas he podido recorger un cachito de nada.

Por lo general las cosas se resisten a salir como quiero. Estoy acostumbrada a luchar, quejarme y protestar para conseguir cosas que no son exactamente lo que quiero, pero que cubren el expediente.

No me gusta tener planeada mi vida, pero por una vez me hacía ilusión la idea de saber con quién y cómo iba a pasar mis dos años siguientes. Y en menos de diez segundos todo se ha desvanecido. Ahora no sé ni qué ni dónde voy a hacer.

No tengo ni fuerzas para abrir un libro, mi cabeza está permanentemente en el asunto que me concierne y tengo un nudo en la boca del estómago que amenaza con quedarse ahí durante mucho tiempo.

Y es horrible.

¿Qué voy a hacer? ¿A dónde voy? ¿Con quién? ¿Sola? ¿Y de dónde saco las fuerzas para ello?
Ojalá se pudriera medio mundo ante mi mirada del más absoluto desprecio.

Me parece que a la vida le gusta hacer eso de vez en cuando: te va apretando y cuando crees que no vas a poder más te vuelve a soltar

Ojalá me pase eso a mí... quiero que este sufrimiento tenga final y así saber que aún hay esperanza.